Publicado el 2021-06-03 por
Norlan Echevarria
Por Juan Pablo Carreras
Especial de la ACN
La canchánchara, bebida consumida en las maniguas de Cuba por los mambises durante las guerras de independencia, es una de las tradiciones que defienden historiadores desde el Proyecto Comunitario Huellas del Batey, en el poblado holguinero de Santa Lucía.
Aunque se especula sobre un posible origen dominicano, está considerada como el primer trago de la coctelería tradicional cubana y fue conocida en la región oriental de la Isla en la gesta del ’68 entre las tropas de los mayores generales Máximo Gómez y Antonio Maceo.
Juan Carlos Vega Fuentes, director del Proyecto Comunitario Huellas del Batey, explicó que la canchánchara se prepara a partir de tres componentes esenciales: el aguardiente de caña, la miel de abeja y el cítrico.

En su preparación, dijo, se mezclan la miel de abeja con una porción de agua caliente y dos de aguardiente y luego se añade el zumo de una naranja agria.
Las vasijas que usamos son las tradicionales como la jícara y las bangañas, ambas de güiras, el cascarón de coco y la caneca típica de la época colonial, así como el balay, recipiente que se considera fueron empleado por los mambises en las diferentes contiendas en la zona, aseveró.

Actualmente, en algunas regiones de Cuba vinculadas al turismo y por añadir cualidades refrescantes y placenteras al cóctel, la canchánchara originaria derivó en una bebida más suave al incorporar los trocitos de hielo en sustitución del agua caliente.
Sin embargo, Vega Fuentes, defiende la receta que ha pasado de generación en generación gracias a la tradición oral y asegura que “nuestra canchánchara es mambisa porque es su origen y lo respetamos; no le echamos hielo porque el componente fundamental en la época que surge era el agua caliente porque los mambises no necesitaban frialdad; lo que necesitaban era calentar sus cuerpos para poder enfrentar las duras contiendas en las maniguas cubanas”.

Se hacía, enfatizó, durante nuestras contiendas porque los mambises pernoctaban en las maniguas, a la intemperie y había mucha frialdad y necesitaban algo que les calentara el pecho y eso era la canchánchara.
También la tomaban antes de la carga al machete; se daban un ‘canchancharazo’ que los estimulara para el combate, e incluso, hay versiones y testimonios que aseguran que también se le echaba pólvora y cenizas de tabaco.

Desde niño, rememora, cuando tenía afecciones respiratorias, mi madre me hacía miel de abeja, agua caliente, limón y una cucharadita de aguardiente o de ron y esto me mejoraba las posibilidades de respirar.
La hacemos en el proyecto cultural porque fueron muchas las contiendas en las que pasaron tropas mambisas por nuestra localidad, como el día 2 de junio de 1895, cuando fue ocupado el batey del antiguo central Guabajaney por más de 2 mil hombres al mando del General Antonio Maceo, enfatizó Vega Fuentes.

Huellas del Batey como proyecto de desarrollo socio-cultural, también pretende legar a las futuras generaciones la historia del tabaco en Cuba, que tuvo sus orígenes en la actual provincia de Holguín con la llegada del Almirante Cristóbal Colón a Cayo Bariay en el siglo XIV, donde encontró a los aborígenes aspirando el humo de unos cilindros de hojas secas.
A partir este espacio, la comunidad se afana en preservar tradiciones como el ajiaco taíno y el café carretero, arraigado en los campos cubanos donde se introduce un tizón encendido dentro del recipiente con agua hirviendo con la borra que, por razones físicas, se precipita hacia el fondo permitiendo servirlo sin necesidad de un colador.

Imbricados en el quehacer cultural del poblado de Santa Lucía, desde sus peñas de poesía y literatura, el Proyecto perpetúa, además, la memoria del destacado intelectual y revolucionario Ángel Augier Proenza, nacido en 1910, en este batey azucarero, actualmente cabecera del municipio holguinero de Rafael Freyre.
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