publié 2017-11-27 par
Lisandra Nieto Basnueva
A mil 225 metros sobre el nivel del mar, tras subir 452 escalones que surgen en el punto más alto de la carretera y serpentean entre helechos gigantes, el colosal peñón te da la bienvenida.
Y allí la recompensa: el beso de las nubes, el abrazo de la paz, la meditación sobre los enigmas del universo.
Al pie del peñasco, a 26 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, el Hotel Islazul La Gran Piedra, con 17 cabañas y cinco bungalows, en medio de exuberantes rosales, aguarda a los amantes de la aventura y el exotismo.
La instalación, rodeada por la abundante flora y fauna endémica de la zona, Reserva Mundial de la Biosfera, está muy cerca de las excepcionales ruinas de haciendas cafetaleras erigidas por colonos franceses en los siglos XVIII y XIX, declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Y como una divinidad en el trono de la naturaleza, reina la Gran Piedra, la tercera más grande del planeta, según el libro de los Récords Guinness y declarada Monumento Nacional desde el 30 de diciembre de 1991.
La mole supera las 63 mil toneladas y mide unos 51 metros de largo, 25 de alto y 30 de ancho.
No es raro que el lugar sea protagonista habitual en los directorios de viajes y se califique como asombroso y único en los comentarios de turistas en portales digitales.
Pervive allí una mística muy especial, un halo enigmático y maravilloso al andar por el bosque, templado, hermoso, salvaje.
No hay nada como la Gran Piedra para fundirse con las nubes.
Por Lian Morales Heredia (ACN)